10 de abril 2021
Por Carabanchel Historia y Patrimonio
Hace unos días, se publicó en PorCarabanchel.es un artículo sobre la mucha historia que esconde el casi místico estanque de Las Brujas (o de los Patos) que se encuentra en las confluencias de las calles Parque de Eugenia de Montijo y Pingüino.

Como muchos lectores sabrán, este pequeño estanque es un vestigio de lo que fueron los exuberantes jardines románticos que en pleno siglo XIX ordenó levantar la aristócrata y cortesana española, María Manuela Kirkpatrick, madre de la emperatriz Eugenia de Montijo, en la tristemente desaparecida Quinta de Miranda.

Y es que si bien la majestuosa Quinta o Posesión de los Condes de Miranda existía desde el siglo XV, fue la madre de la emperatriz la que más invirtió en la mejora y salvaguarda de sus jardines. Ordenó plantar más de 20.000 árboles, principalmente pinos, encinas, álamos y castaños. Tan frondoso era el bosque que hoy ocupan los terrenos de la antigua cárcel de Carabanchel y el parque y urbanizaciones de Eugenia de Montijo que, en algunas zonas, no permitían el paso de los rayos de sol en verano.

Fue también en esa época cuando María Manuela decidió levantar un teatro (el de la Flora), tres estanques (entre ellos, el de las Brujas) y una nueva noria para el riego.

Para asegurarse de que el espléndido bosque sobrevivía, la aristócrata mandó aumentar a dos el número de viajes de agua, denominado el antiguo de Prado Jordán y el nuevo de las Brujas, que llevaba el agua hasta el estanque del mismo nombre.
Actualmente, esa pequeña cavidad de agua, rodeada de robustos y centenarios cipreses, es la última huella de aquella quinta, probablemente la más antigua e imponente de todas las que circundaban Madrid.

Si queréis profundizar en la historia de la quinta de Miranda y del estanque, podéis pinchar en este enlace, si bien ahora la cuestión que nos atañe es otra:
¿Qué va a pasar con el estanque cuando se ponga en marcha el denominado “Plan Parcial de Reforma Interior APR 11.01 de la cárcel de Carabanchel”?
En 2008, año de demolición de la antigua cárcel, el Ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Madrid acordaron construir en ese solar 650 viviendas (de las cuales un 30% sería de protección oficial), un hospital, oficinas públicas y zonas verdes.
En 2015, Ana Botella modificó el proyecto, aunque este volvió a pararse. Hasta que hace apenas unos meses, José Luis Martínez-Almeyda, junto con el grupo inmobiliario Pryconsa y el Estado, ha dado un nuevo empujón al desarrollo del proyecto.
Revisando los planos de este plan, que se pueden visitar en este enlace, no encontramos ningún comentario que asegure la protección del estanque, que se encuentra muy cerca de una nueva vía que unirá la calle Pingüino con una intersección que derivará hacia Avenida de los Poblados y Monseñor Óscar Romero. Si no tocan el estanque, queda claro que, al menos, va a perder parte de su encanto al quedar rodeado de vías abiertas al tráfico.

Si continuamos investigando, nos encontramos con ciertas contradicciones peligrosas.
Por ejemplo, el Parque de Eugenia de Montijo está catalogado como Patrimonio Verde de la ciudad de Madrid. Esta clasificación incluye, en primer lugar, al conocido como Parque de los Ingenieros (donde se sitúa la boca de metro de Eugenia de Montijo), una zona verde que ha sido remodelada de forma superficial después de paralizar la carretera que la iba a atravesar tras aparecer restos de época carpetana, romana y visigoda.
En el nuevo proyecto, parece que se recupera la intención de relanzar este vial que uniría avenida de los Poblados con la avenida de los Ingenieros y la Vía Carpetana. Al menos, prevén una reserva de suelo para poder llevar a cabo algún día este trazado.
¿De qué sirve por tanto la protección de dicho parque si se sigue proyectando la realización de esta carretera?
Por otro lado, la segunda zona, aquella que incluye el estanque de Las Brujas o de los Patos también está declarada como Patrimonio Verde. En el informe del ayuntamiento, afirman además que los “majestuosos cipreses” que circundan al estanque están “catalogados”, esto es, protegidos; al menos en gran parte.
Sin embargo, no aparecen en el Catálogo regional de especies amenazadas de fauna y silvestres y de árboles singulares, publicado por la Comunidad de Madrid. En este amplio documento, de 450 páginas, solo existe un árbol protegido en todo nuestro distrito, la famosa palmera de la plaza del mismo nombre.
¿A qué se debe, por tanto, esta contradicción entre ayuntamiento y comunidad?
En conclusión, desde Carabanchel, Historia y Patrimonio nos preguntamos qué tipo de protección tiene tanto el histórico estanque como los cipreses que lo abrazan y que, no con pocos problemas, han sobrevivido durante 150 años a excavadoras, inmobiliarias, proyectos especulativos, urbanizaciones y carreteras. Y nos preguntamos todo esto sin hacer siquiera hincapié en los múltiples restos arqueológicos de época romana que, como ya se ha demostrado en diversas catas y hallazgos, existen debajo de todo este perímetro.

En 1969, perdimos el palacio de la Quinta de Miranda en el que, sin duda, ha sido el mayor ataque al patrimonio carabanchelero en decenios.

En 1995, permanecimos impasibles ante el derrumbamiento de otro icono del Carabanchel aristócrata, el Palacio de la Patilla, construido a mediados del siglo XIX por el banquero catalán Jaime Ceriola.

Una década más tarde (2005), también cedimos ante el atropello que supuso la desaparición de la casa renacentista que el escultor italiano Juan Domingo Olivieri levantó a mediados del siglo XVIII al final de la actual calle Monseñor Óscar Romero.

En 2008, a pesar de la ferviente oposición vecinal, echaron abajo la cúpula de la cárcel de Carabanchel.

Y ahora, en pleno siglo XXI, contemplamos impávidos cómo el palacete de la Fundación Goicoechea Isusi, de 1890, amenaza con venirse abajo en pleno General Ricardos.

¿Cuándo empezaremos a preocuparnos como habitantes de este barrio por nuestro patrimonio?
¿Cuándo empezaremos a defenderlo?
Desde CHyP seguiremos muy de cerca las futuras intervenciones que se lleven a cabo en la zona de Eugenia de Montijo para reclamar la máxima protección tanto al estanque de Las Brujas como al yacimiento carpetano-romano-visigodo que descansa bajo toda esa zona.
No podemos permitirnos más descuidos.
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